No te hagas el gil

En mi país tenemos una expresión que utilizamos cuando alguien finge estar desentendido sobre algún tema. Por ejemplo, si estás en el colegio y rompes una silla, para que nadie se percate de tu culpabilidad uno de tus amigos te diría «Hazte el gil». Hacerse el gil significa mirar a otro lado, fingir que sólo pasabas por ahí, conversar con alguien más o desviar la atención.

Hoy quiero hablarles de un tipo que se hizo el gil en la Biblia, se llamaba Jonás.

No sabemos nada de este individuo, pero ameritó un libro entero en la Biblia, aunque es de apenas unas hojas. La cosa es que a él Dios le dió una instrucción a cumplir:

Cierto día, un hombre llamado Jonás hijo de Amitai recibió un mensaje de parte de Dios:

«¡Levántate, ve a la gran ciudad de Nínive y diles que ya he visto lo malvados que son!

Es una instrucción «sencilla»: Levántate, ve y diles. ¿Muy sencillo? Nínive era una ciudad asiria, y los asirios se caracterizaban por sus prácticas de guerra y prepotencia. Aplicándolo a tu vida, sería como que Dios te enviase a hablar con tu vecino cara de pocos amigos, que ha golpeado a la mitad del barrio, y le digas que está mal todo lo que está haciendo. ¿Fácil?

Jonás se hizo el gil. Decidió no ir a Nínive y eligió otra ciudad como destino. Después de una serie de peripecias, preocupación y traumas marítimos, Jonás llega a Nínive y empieza a compartir el mensaje que tenía que dar. Los ninivitas (así se llamaban, ¿que feo nombre verdad?) al escucharlo se arrepintieron, declararon ayuno en toda esa ciudad y pidieron perdón a Dios por todas las cosas que estaban haciendo mal.

Dios te dió una instrucción, tú sabes cual es, no te hagas el gil. Tarde o temprano Dios moverá las fichas para que se cumpla su voluntad. Puede que la oportunidad de cambiar de vida de una familia entera esté en tus manos; quizá ese malhumorado de tu trabajo o universidad lo único que necesita es que tú hagas lo que Dios te mandó a hacer; quizá tu novio necesita escuchar esa decisión de vida que tomaste pues él está buscando lo mismo.

A veces lo único que la gente necesita para creer es que tú hagas lo que Dios te ha pedido hacer.

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