Edición Personal: De vuelta a la pescadería

Una de las profesiones más sacrificadas sin duda es la de pescador. Yo con mi super físico sólo podría pescar un resfriado. #Plop y chiste malo.

En la Biblia encontrarás muchas profesiones: carpintero, forjador de hierro, músico, panadero, prostituta (a menos que no sea profesión), alfarero, catador de vino, recaudador de impuestos, y la que da el título al post de hoy: Pescador, y su representante oficial, nuestro querido Pedro.

Pedro era un pescador, como muchos otros en el mar de Galilea (espero no me equivoque en el dato geográfico), que vivía de lo que recogía en sus redes. Era una labor sacrificada pues la faena empieza de madrugada, pescas durante toda la noche y al amanecer empiezas tu retorno a tierra firme; esa labor la realizan día tras día, todas las noches, todas las madrugadas, y Pedro se dedicaba a eso hasta que un día Jesús le dijo «Sígueme». Dice la Biblia que Peter dejó todo, su profesión, sus redes y su bote, y siguió a Jesús.

3 años más tarde, Jesús fue arrestado y Pedro negó conocerlo por temor a lo que podría pasar. Después de vivir 3 años con el Maestro, de ver milagros y escuchar grandes lecciones, de convivir con el Hijo de Dios, Pedro prefirió salvar su pellejo que dar fe de haber sido un seguidor de Jesús. Lo que pasó después lo cuenta Juan (Pasaje bíblico: Juan 21 -PDT):

Entonces fueron y subieron en el bote, pero no pescaron nada esa noche.
Ya era de mañana cuando Jesús vino y se paró en la orilla, pero los seguidores no sabían que era él. Entonces Jesús les preguntó:
—Muchachos, ¿tienen pescados?
Ellos le contestaron:
—No.
Jesús les dijo:
—Lancen la red por el lado derecho de la barca y encontrarán algunos.
Así que la lanzaron, pero no pudieron subirla a la barca porque tenía muchos peces. Entonces el seguidor al que Jesús quería mucho le dijo a Pedro:
—¡Es el Señor!
Al oír que era el Señor, Simón Pedro se vistió, pues se había quitado la ropa para trabajar, y se tiró al agua

Pedro, después de haber traicionado a Jesús decidió volver a su pasado, como lo hacemos muchos de nosotros. Le damos la espalda al Maestro una vez y por vergüenza no queremos ni mirarlo de nuevo, decidimos volver al lugar donde él nos encontró, realizar las mismas cosas que hacíamos antes de conocerlo a él, pero Jesús siempre sabe donde encontrarnos.

Cuando los muchachos miraron tantos peces pensaron «¿En dónde hemos visto esto antes? Claro! En el milagro de la pesca!» Y el mismo Pedro que lo traicionó hace unos días, no puede quedarse donde está y se lanza al agua, quiere encontrarse de nuevo con su Maestro.

Quizá te sientes como Pedro, que volviste al lugar del que saliste, retornando a tus costumbres, olvidando lo que él ha hecho en tu vida, pero Jesús está de nuevo en la orilla, y esta vez Pedro ya no pide caminar por el agua, le basta con saber que Jesús lo espera, nuevamente, con un desayuno caliente, con los brazos abiertos. Él es un Dios de segundas, terceras e infinitas oportunidades.

El mismo Jesús que hace unos días moría en la cruz está esperando que yo me lance de mi barca, de mi pasado, y vuelva a encontrarme con él.

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