Tus besos en otros labios.

¿Preocuparme de quién te va a besar? Que se preocupe quien te bese por saber en quién vas a pensar.

-Por ahí en Twitter

Alguna vez escuché en una canción algo parecido al título de este post. El autor le advertía a la damicela que buscaría sus besos en otros labios. A mí, personalmente, me gustó el enunciado, aunque debo admitir que es un poco desleal a la persona con quién el cantante estaría en el transcurso de contacto labial.

Curioso besar a alguien pensando en otra persona, pero pasa siempre. Estamos en un lugar sin estar, hablamos con alguien pensando en alguien más. Vivimos en una realidad ajena a la propia, por ahí dirían una vida paralela, y debo aclarar que no me refiero a una vida doble, sino a una existencia condicionada a lo que se piensa o imagina, y no a lo que se vive en sí.

A mí me pasa siempre. Tuve una breve estadía en Argentina hace unos años, y fue suficiente para sentirme más cuasiargentino que el mate, que el tango, que la bandera y más argento que Gardel (aunque descubrieron que ha sido francés). Cuando volví a Quito e iba a almorzar una milanesa pensaba que acá no es como la preparan allá. Que el café sabe diferente, que el día dura más allá. De la pizza ni hablar. Los periódicos, la televisión, el frío, hasta el cielo de allá me parece diferente. Mi hermana alguna vez me dijo que debería nacionalizarme argentino, es algo pendiente para los próximos años. Aún no me se el himno nacional.

Vivir con esa nostalgia, o con el cuerpo presente en una realidad distinta a la que la mente imagina puede ser un problema. Si vamos a la Biblia (es ese libro que tuviste que llevar a tu primera comunión, o que tu mamá te obligaba a llevar los domingos a la iglesia) encontraremos una situación similar, que incluso está descrita por ahí en la historia universal. Les contaré:

  1. Los hebreos eran esclavos en Egipto (más de 400 años).
  2. Moisés fue elegido por Dios para empezar la negociación de liberación Hebreos – Egipcios
  3. Después de varias negociaciones Dios – Moisés – Faraón, el señor Faraón les permitió irse de su tierra.

Imaginen lo que era ser esclavo en los tiempos antiguos. Látigo, falta de comida, no había medicina prepagada, ni seguros de vida. Lo único seguro era que si no trabajabas, recibirías un castigo equivalente a un apocalipsis sobre tu espalda. Que la liberación sea exitosa garantizaría la finalización de los castigos, de la esclavitud, de la opresión de otros. La liberación se dió y aún así los hebreos mientras caminaban libres se quejaban con frases como «En Egipto nos sobraba la comida, teníamos agua y carne. Aquí nos morimos de hambre». A pesar de ser libres, su cabeza aún vivía en Egipto.

Me suena familiar la situación porque a todos (sí, a todos) nos ha pasado que pensamos Allá estaba mejor; con él estaba mejor; sin ella estaba mejor; con trabajo estaba mejor; sin dinero estaba mejor. «Todo tiempo pasado fue mejor» aunque sea una mentira. Ellos no lo entendieron y su viaje hacia la libertad fue tortuoso, no por el desierto en sí, sino por la prisión mental a la que estaban sometidos.

Hoy una amiga me dijo que para Moisés no fue difícil sacar a su pueblo de Egipto, sino sacar a Egipto de la mente de su gente.

Trataré de ya no pensar así estaba mejor; antes todo era diferente; allá bla-bla-bla. No más mundos paralelos. Como diría mi amigo Fer: Hay que ser y parecer. Si soy libre, que lo que pienso y digo lo demuestre.

*Como dato extra: Hoy fui a un recital (en Argentina se dice Recital y en Ecuador Concierto) de un libro sobre el Tango, para variar. Miraba las fotos y trataba de identificar cada lugar como si hubiese estado ayer en la calle Corrientes, en Florida, en la Estación de Retiro. No lo recordaba muy bien, de a poco voy dejando mi mundo paralelo para recordar que acá no tenemos metro, y el tren ha sido reemplazado por un autobús.

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