A veces, la vida se complica

Recuerdo cuando mi amigo Tito Robert me dijo «Cada cierto tiempo, Dios toma tu lista de planes y lo cambia por una hoja vacía». No creí que se volvería algo frecuente en la vida, pero así pasa cuando sucede.

Hoy no voy a dar una reflexión, ni una moraleja, simplemente quisiera pensar en todas aquellas situaciones, personas, decisiones que me han complicado la vida. Complicarse no es malo, es sumarle intensidad o aventura a vivir.

Tienes dos caminos y sin saber a donde van eliges uno de ellos. Tiempo después te das cuenta que fue la mejor decisión de tu vida, o una de las peores, pero siempre trae lecciones, siempre aprendes o conoces algo nuevo, ya sea algo que utilizarás en tu vida o que evitarás.

Conoces a alguien y de repente cambia todo, desde tu forma de ver la vida, tu forma de hablar, descubres que podías sonreír de una manera diferente y llorar a mares. Eres una persona diferente. Para mi es increíble cuando alguien complica mi vida, no pasa muy seguido pero cuando sucede, sucede de verdad.

Escuchas una canción y te identificas totalmente, se convierte en un himno de tu vida. La compartes con todo el mundo y afecta tu humor de ese día y en ocasiones incluso te ayuda a entender algo que no comprendías.

La fe también es algo que complica la vida, te lleva a pensar más allá de las limitaciones, a imaginar qué hay más allá. ¿Existe Dios? Si existe, ¿como es él? Todos tenemos interrogantes desde la fe, solo que cada persona responde de manera distinta.

¡Dios te complica la vida! Mientras tú planeas, calculas y proyectas, él no dice nada. De repente un día te dice «esto no va aquí, aquí va esto, coloca esto, quita esto, ve para allá…» y cambia todo lo que tenías en mente.

Yo he complicado vidas y no siempre de la mejor manera. Cada vez que complico negativamente a alguien me entristezco, no debería hacerlo pero a veces lo hago.

Hay «compliques» que son fáciles de superar y olvidar y otros que no se borran con el tiempo. Quedan grabados en la memoria, en las calles, en las comidas, en las palabras. Sonrisas cómplices de recuerdos.

De verdad valoro cuando se complica mi vida y cuando otros se han complicado para ayudarme a ver más allá.

Mi compromiso conmigo mismo y con quienes me rodean: seguir complicando vidas.

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