La esclavitud de mirar la vida de otros

Después de horas mirando Facebook, Instagram, Twitter, volver a Facebook, Whatsapp, Twitter y nuevamente a Instagram me hice esa pregunta ¿qué estás buscando?

La verdad, no sé.

Mientras escribo la reflexión de hoy he abierto nuevamente Facebook aunque revisé las actualizaciones y notificaciones hace 5 minutos. Me percaté de que mi celular se había desconectado del wifi y lo conecté de nuevo, por si acaso llega algún mensaje, aunque son las 02:47 (de la madrugada).

La mayor parte de mi tiempo diario estoy consumiendo información frente a una pantalla, y no me refiero a lectura académica, sino a mirar la vida de otros por horas, videos, series, tuits, memes. Pareciera un hambre que nunca se sacia, hambre de saber, de ver, de reaccionar, de ser estimulado con un like y también lucho con eso.

Nos dieron libertad y la usamos para esclavizarnos mirando la vida de otros.

Pablo escribe dos cartas a la gente de Corinto, una comunidad que vivía de los sentidos. El sexo, el alcohol, verse bien eran la regla. Las orgías eran frecuentes y vivían con las emociones al máximo, sintiendo, buscando estímulos, alimentando el hambre con lo que no satisface.

Muchas veces me domina el hambre por mirar a otros, envidiando lo que tienen, o me domina la ansiedad de recibir un comentario. Así como la gente de Corinto, somos una sociedad que quiere ser constantemente estimulada, ya no en fiestas o con botellas, sino con aplicaciones e interacciones online. Nos parecemos a ellos, hay cosas que no nos convienen pero nos están dominando.

Todo me está permitido, pero no todo me conviene. Todo me está permitido, pero no permitiré que nada me domine.

Scroll al inicio