Llega a tus manos la compra que hiciste por internet. Rápido haces el unboxing y tus ganas de ver cómo funciona en tus manos son más fuertes que minimizan cualquier idea de ver los stickers, cables y peor el manual de instrucciones.
Si el accesorio presenta fallas sabemos que debemos acercarnos a la tienda más cercana para reclamar su garantía, ahí el técnico hará lo que tenga que hacer y fin de la historia.
¿Eres de los que leen el manual?
Yo no. Hace 3 meses compré un celular y aunque no ha presentado fallas. Si me he perdido de muchos beneficios. Ya decía “ más lo que cuesta este celu y conmigo no funciona “ como es que otros le sacan el jugo, aprovechan al máximo cada aplicación.
Al escribir esto pienso en cómo es nuestra vida con Dios. Obvio que tiene más valor que un dispositivo.
“«Te enseñaré y te mostraré el camino; te estaré observando y seré tu guía.”
Salmos 32:8 PDT
Entonces
- Dios al darte una nueva vida, también te entrega su manual.
- Dios no es como el técnico que aparecerá solo cuando se presente un daño. Y a esto es que me refiero cuando digo que Él nos pone el ojo. Dios va a estar atento a cada movimiento, a cada jugada de nuestra vida. Él dice “ te estaré observando” , detalle a detalle, paso a paso. Él mismo enseñándonos a cómo vivir.
¿Aún presentas fallas? Te preguntas ¿ por qué caigo en lo mismo ? Pues a todos nos pasa pero el desafío es que si Dios nos acompaña diariamente, aprovechemos al máximo actualizándonos cada día con su manual.
No hay de otra ¿ lo harás?