Niñerías de adultos

Como dijo mi papá alguna vez: para hacer burradas no hay que tener la edad del burro. Plop.

De niño pensaba que la gente adulta era madura, consciente, responsable, coherente. Ahora me doy cuenta que eran sólo pensamientos de niño y que, a medida que pasa el tiempo, quiero ser menos adulto.

Dada la situación actual en la que tantos adultos son caprichosos y bebés aunque tengan 30, 40 o 50 años, me encuentro en la necesidad de escribirles. Cabe recalcar que este post es primero para mi y mis actitudes que distan en muchas ocasiones de reflejar la persona que Dios proyecta en mi. Empecemos.

No logro comprender cómo hay «hombres» que no saben dar el lugar que le corresponde a sus esposas y novias. Me refiero a hombres que gritan, que tratan a su pareja como si fuera una mujer más, que se les ha olvidado que aquella chica que les acompaña en algún momento fue el amor de su vida. Tan hombres son que se dan el lujo de olvidarla durante días para después aparecer como si nada, que la abandonan emocionalmente aunque sigan durmiendo juntos ¿Dónde quedaron las flores y los chocolates?

Así también

Me cuesta mirar «mujeres» que pretenden que sus compañeros sean una suerte de esclavos, que cumplan sus caprichos al pie de la letra. Mujeres que se han tomado de aquel verso de la Biblia que dice que son vasos frágiles y lo han interpretado como si fueran intocables. Al parecer no han leído que en el mismo proverbio dice que aquella mujer vaso frágil también «trabaja con sus propias manos», «se levanta muy temprano y da de comer a sus hijos», «es mujer de carácter» y sobretodo que es una mujer «que obedece a Dios». Si quieres aferrarte a Proverbios 31 cumple todo el pasaje, no sólo lo que te conviene.

Triste ver cómo hombres y mujeres «adultos» corren a Facebook a publicar sus problemas matrimoniales, a divulgar las penurias que viven en su casa y con la pareja que dijeron amar alguna vez. Sufren porque descubrieron que la vida no es perfecta y que no tienen todo lo que creen merecer.

Hemos cometido un error como sociedad y como iglesia al decirles a los hombres que son reyes, porque se lo han tomado tan a pecho que esperan en su familia tener súbditos en lugar de hijos y esposa. Con las mujeres cometimos el error de decirles que son princesas y que papi/novio/esposo debe satisfacer todos sus caprichosque la historia de amor debe ser perfecta y nunca les dijimos que la vida no es fácil, que no tienes todo lo que quieres, que a veces debes contentarte con lo que hay y ser feliz con ello (Filipenses 4:12). Además de eso Pablo dijo:

Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo he dejado atrás. 

Mantén tu corazón como el de un niño en la inocencia, en la alegría, pero no en el capricho y en los berrinches. Como dirían mis amigos: súbete a un árbol y madura. A tí te digo.

 

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