¿Vale la pena lo que hago?

El título de hoy es una pregunta que me hago frecuentemente, porque me cuestiono si vale la pena lo que hago.

Hay personas que hacen esta pregunta para ser halagados, para que les alaben y alimenten su ego. En este caso, la hago para aquellos que se identifican, que día a día o semana a semana hacen algo y no saben si realmente el esfuerzo que ponen dará un fruto.

Hay un par de errores que identifico en esta inquietud que tenemos

Comparamos lo que hacemos con lo que hacen otros. Miramos que otros están haciendo algo más llamativo, más «interesante». Comparado a lo que nosotros hacemos, pensamos que lo nuestro vale muy poco, que si lo dejamos de hacer a nadie le importará.

Minimizamos nuestra labor. Al comparar lo que hacemos con lo que otros hacen, creamos una escala de influencia, y al considerar mejor lo que otros hacen, inmediatamente nos ponemos debajo de los demás. Lo que hacemos no es más útil o menos útil en comparación a lo que haga alguien más, sino porque es útil para alguien.

Al compararnos y minimizarnos perdemos el enfoque. Después de compararnos y minimizarnos empezamos a idear cómo llamar más la atención y perdemos el enfoque. Creemos que nuestra labor debe ser más llamativa y nos dedicamos a conseguir luces y cámaras en lugar de enriquecer o darle más valor a nuestra tarea.

El panadero no hace a su pan más valioso por ponerle luces o colores, es valioso porque lo hace constantemente, porque contamos con su trabajo. Si le pusiera extras sería interesante, pero la labor del panadero es hacer pan. Este sencillo ejemplo podemos aplicarlo a cada una de nuestras tareas.

No te olvides: lo que haces es valioso.

 

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