Enero 25: Un Dios que llora

Aunque es un verso muy corto, saber que Jesús lloró, me brinda esperanza al saber que vivió lo que he vivido muchas veces.

Hay una diferencia entre recibir un consejo, escuchar un sermón, ser corregido, y que alguien llore contigo. Es intimidad, es cercanía, es vulnerabilidad.

Muchas veces miramos a Jesús como un tipo bonachón, sonriente, que va por la vida sin problemas, y que nada le cambia su sonrisa, pero la verdad es que Jesús lloró también. Se quebró, así como nosotros nos quebramos cuando la presión alrededor es tan fuerte, cuando ya no sabemos qué decir y las lágrimas expresan todo lo que está pasando dentro de nosotros.

Jesús se entera que Lázaro murió y va a visitarlo. Al llegar, Lázaro ya va 4 días en el sepulcro, y empiezan los reclamos.

Cuando Marta oyó que Jesús venía, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Y Marta le dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Juan 11:20-21

Marta responsabiliza a Jesús del fallecimiento de Lázaro. Pero no es la única.

Y cuando María llegó a donde estaba Jesús, y lo vio, se arrojó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.» Entonces Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que la acompañaban, se conmovió profundamente y, con su espíritu turbado,

¿Por qué Jesús se conmueve, si podía resucitar a Lázaro con tan solo decir un par de palabras? Quizá porque se identifica con nuestro dolor, porque no nos mira como objetos que debemos rendirle adoración, sino como sus hijos, y al vernos llorar, también llora.

…dijo: «¿Dónde lo pusieron?» Le dijeron: «Señor, ven a verlo.» Y Jesús lloró. Los judíos dijeron entonces: «Miren cuánto lo amaba…

Un Dios tan divino para resucitar a alguien, pero tan humano para llorar por él.

Puedes leer el desenlace, y te enterarás que Jesús resucita a Lázaro, pero ese para mi es el segundo milagro. El primero es saber que él conoce nuestro dolor y no es indiferente. Él llora también.

Saber que Jesús lloró no debería llenarnos de culpa, pensando que nosotros le hacemos llorar, sino brindarnos esperanza, porque no solo puede sacarnos de nuestra situación, sino que en el proceso, se identifica con nosotros. Así es Jesús, el hijo de Dios que no solo murió por ti, también vivió, se conmovió y lloró.

Agradécele a Dios porque nos ama tanto, que también el hijo de Dios, llora con nosotros.

 

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