«Porqué no me dijiste que eres cristiano»

Me hizo esa pregunta hace unos meses, fuimos compañeros todo un semestre en la universidad, compartimos un par de materias, decíamos chistes, pero nunca le dije que soy cristiano ¿Por qué?

Podrías responder como yo lo hacía: «Eso no hay que decirlo, hay que demostrarlo». Suena bonito, y es cierto, pero decir es parte de demostrar. Ahora entiendo porqué Jesús no fue únicamente un buen tipo y siempre apeló a las palabras, al diálogo. No escondió quién era, y lo dijo claramente: «Yo soy la luz del mundo», «Yo soy el camino, la verdad y la vida», «Yo soy el buen pastor». Rayos, él sí lo decía y yo no lo hago.

Una de las razones se remonta al año de 2003. Invitaba a todos mis amigos a la iglesia, les decía que tienen que venir, que necesitan a Jesús, que sus vidas están incompletas sin él», pero en el día a día la misma boca que predicaba se encargaba de insultar a mis amigos, profesores con las peores palabras y ofensas posibles. Una gran amiga me dijo «Tu vives invitándonos a la iglesia pero eres peor que nosotros». Desde ese día dejé de decir que soy cristiano todo el tiempo, y de invitar a la gente a la iglesia. Me daba vergüenza ser un mal ejemplo de lo que es ser realmente un seguidor de Jesús.

Han pasado varios años desde esa experiencia, pero nunca volví a decirlo todo el tiempo. Doy charlas para jóvenes, predico en iglesias, eventos, convenciones. Exalto a Dios a través de micrófonos en diferentes lugares. Mis artículos tienen cientos o miles de lectores pero, si no soy capaz de decir al que está a mi lado que Dios es mi Dios, el trabajo es incompleto.

Me ha pasado que la gente me dice «tienes algo diferente», «siento paz cuando hablas» y es muy bueno, por siempre esperamos que vean en nosotros ese algo, pero no es suficiente. Los esposo llevan un aro que demuestra su compromiso, los novios llevan flores, y yo me he conformado con realizar únicamente buenas acciones y no ratificarlas con mis palabras. Ahora entiendo por qué Romanos dice «¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído?»

Quizá tuve vergüenza o temor de la reacción; quizá no estaba en capacidad de defender mi fe y no quería exponerme a la crítica, quizá no estaba convencido de que el hijo de Dios lo era realmente. No lo se, o lo se y no lo quiero escribir. Pero algo entiendo y es que las acciones son buenas, pero las puede hacer cualquiera. Lo nuestro es fe, es vida eterna, es creer en lo eterno, y decírselo a los demás es cosa de valientes.

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