No te ilusionaron, te dejaste ilusionar.

Recuerdo aquella ocasión en la que pensé que tenía algo con alguien. Mariposas en el estómago, caminas sobre las nubes, alas cual cupido, piensas que San Valentín sí existe y te ha flechado, para días más tarde enterarte que te ilusionaste solo. Jajaja, lo siento, tan sólo de acordarme me da risa.

Después de ese momento de ilusión viene la frustración y repartición de culpas que frecuentemente escucho en muchos jóvenes. Te comparto algunos para ver si coincidimos:

  • Me escribía todos los días.
  • Me llamaba todos los días.
  • Me iba a ver al trabajo/colegio/universidad/iglesia/casa/etc.
  • Me daba regalos.
  • Me decía que está orando por mi.
  • Me dedicaba tiempo.

Esa pequeña lista es nuestra referencia para culpar al otro de habernos ilusionado, pero mis queridos educandos, hoy les traigo pura dinamita directa al corazón pura con una de las más sinceras revelaciones que he tenido que aprender en la vida: No te ilusionaron, tú te dejaste ilusionar.

Así es. Si bien puedes decir «pero me buscaba, me escribía y estaba pendiente de mi» la verdad de que te hayas ilusionado no radica en las acciones de otra persona, sino en que tú lo permitiste. ¿A qué me refiero? Te lo explico.

Si una chica me empieza a buscar, llamar, dar regalos, estar pendiente de mi, es porque yo lo estoy permitiendo. No es labor de ella poner límites sobre mi corazón, es mi responsabilidad. Si después de varias semanas yo siento atracción o empiezo a imaginar que podríamos estar juntos no es solo por lo que ella hizo, sino porque yo lo he permitido. Si ella desaparece sin dar explicación y me lastima el corazón su partida, fui yo quien permití ser lastimado.

¿Cuál es la solución? Hablar claro y establecer límites. 

Conozco muy pocas personas que cuidan su corazón en este aspecto, de hecho, este tema nació hace varios años por una experiencia personal. Una chica en una ocasión me dijo «Yo quiero saber por qué haces lo que haces por mi. Quiero saber si así como me tratas a mi tratas a todas tus amigas. No quiero que me lastimes ni quiero lastimarte». Eso fue ¡wow! Una persona que se valora pone límites y no permite que sus emociones, sentimientos e integridad sean vulnerados.

¿Es un poco drástico? Probablemente, aunque todo depende del tono con el que manejes la situación, siempre siendo claro, y es mil veces preferible que hables claro y te cuides de ser lastimado antes que dejar pasar el tiempo, dar valor a lo que hacen por ti y luego pasar semanas llorando porque no pudiste ser firme y valorarte tú primero.

[bctt tweet=»Mis queridos, no es que te ilusionaron, tú te dejaste ilusionar. Por favor, cuida tu corazón.»]

 

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