Febrero 13: Menos insultos, más conciencia

Insultar a otros se ha vuelto tan común que ni siquiera nos damos cuenta cuando lo estamos haciendo. La conciencia sobre las personas que nos rodean cada vez es menor y nuestros impulsos son mayores.

No quiero hablar específicamente de usar palabras adecuadas cuando nos referimos a otros, sino al hecho de pensar un poco más sobre la persona que tenemos al frente.

Quizá tuvo un mal día, está preocupado, está triste. Probablemente no quiere llegar a casa por todos los problemas que le esperan, pero solo vemos a la persona que nos incomoda por el tráfico, que «merece» ser insultada y a quien debemos expresar nuestro disgusto sin medida.

Expresar nuestra inconformidad es necesario, sin olvidarnos de que la otra persona tiene un corazón.

Necesitamos estar más conscientes de que todos tienen un corazón, que nadie merece ser avergonzado, burlado, humillado. Aquella persona con quien estamos molestos debe saber nuestra inconformidad, pero no te olvides que la verdad sin prudencia, lastima.

No caigas en el juego de decir las cosas sin pelos en la lengua. Hace unos días hablamos de que un corazón sano, no dice lo que no debe (léelo aquí).

La verdad es necesaria de escuchar, pero siempre debe estar sazonada con amor, que se expresa a través de la firmeza, siempre recordando que es una persona a quien Dios ama también y no somos nadie para minimizar a otros.

Piensa en alguien a quien has tratado con palabras que lastiman. Pídele a Dios guía y valentía para pedir perdón.

Ámense unos a otros como hermanos, y respétense siempre.
Romanos 12:10 TLA

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