Enero 14: Dios escucha tus quejas

Es domingo, y para muchos es día de ir a la iglesia para cantar, escuchar, y sobretodo, para conversar con Dios en comunión con otras personas que comparten nuestra fe.

Desde hace varios años he recibido una pregunta: ¿Dios se enoja si me quejo?

Dios escucha todas nuestras oraciones, desde aquellas peticiones que parecen sencillas, hasta las conversaciones más complejas. Obviamente, las quejas también son parte de una conversación, y Dios no se enoja si te quejas.

Quejarnos es parte de nuestra sinceridad y si has tenido una semana difícil, no necesitas aparentar nada, puedes decir con tranquilidad y frustración «Papá, me siento mal porque esta semana…», «Dios, realmente esperaba que esto sucediera y no pasó», «Dios, a veces siento que no me escuchas». Toda queja es bienvenida, y toda queja tiene su respuesta.

Hay personas que dicen «Por qué quejarte, cuando tienes tanto para agradecer» y sí, es verdad, pero también es necesario expresar nuestra insatisfacción. No es necesario aparentar que todo va bien, tenemos un canal de comunicación con Dios abierto para todo, incluso para momentos que son incómodos de vivir.

David, el rey, se quejaba muchísimo. Puedes leer los salmos y enumerar la cantidad de quejas que existen en 150 capítulos. No se contenía ni fingía que todo estaba bien. En esa honestidad, Dios también obraba y respondía las quejas.

Si tienes algo para quejarte, hazlo, ¡quéjate! y después de eso, escucha. Dios, como buen padre y soberano, está en control de todo y sabe de tu decepción, frustración, dolor o incomodidad. Eres bienvenido en la iglesia para quejarte, porque el padre que escucha tu queja, también responde tu oración.

Y si no me crees, te comparto una de las quejas más famosas de David, que también tuvo respuesta en su corazón, reconociendo a Dios en el momento de dificultad.

Señor, ¡cómo han aumentado mis enemigos!
Son muchos los que me atacan,
son muchos los que me dicen
que tú no vendrás en mi ayuda.
Pero tú, Señor, me rodeas como un escudo;
eres mi orgullo, el que sostiene mi vida.

Salmo 3:1-3 (RVC)

Scroll al inicio