Empieza desde el principio

Mucha gente se coloca el pantalón y luego el calzoncillo. Plop.

Es preocupante ver la cantidad de hombres y mujeres que ahora quieren vivir éxitos instantáneos. Jóvenes que se gradúan de sus universidades y quieren los más altos cargos de la noche a la mañana. Parejas que quieren una relación perfecta como si existiera un microondas que prepare nuestras vidas en un minuto o menos. Cristianos que quieren alcanzar «las bendiciones» sin comprender que hay un camino que recorrer. Cada vez menos personas quieren empezar desde el principio.

Recuerdo cuando acepté mi primer trabajo, no estaba tan feliz y me sentía algo incómodo del sueldo que percibiría. Creía merecer más, un mejor cargo, más beneficios, quería lo que tenían las personas que llevaban años en la empresa. Me molestaba ir en bus todas las mañanas durante una hora y regresar de la misma manera. Pensaba que algún día llegaría lejos, y que ese lugar era tan sólo una transición en mi vida.

Durante algún tiempo renegué de mi realidad, pensando que merecía más, que el mundo debía girar a mi alrededor y que todas las puertas debían abrirse para que yo, ¡oh el gran Jimmy!, pudiese alcanzar mis sueños. Resulta que la vida empieza en el inicio.

A Moisés le pasó.

Era el hijo adoptivo de la hija del faraón. Vivía rodeado de lujos, dinero, ropa, transporte, educación, todo a su disposición. Hasta que un día abandonó todo y pasó de ser una figura pública a ser un perfecto desconocido. Se acabaron los sirvientes y la comida en bandejas, ahora estaba en el campo cuidando ovejas, en la escuela de la paciencia de Dios.

Nos cuesta tanto aceptar que nosotros no somos el centro del universo, que la gente no debe existir en función de nuestros sueños, y que es muy importante mirar el lugar donde Dios nos puso como si fuera el lugar más importante y no un lugar de transición «hasta que las cosas mejoren». Es necesario aceptar que para llegar a la cima hay que escalar desde abajo, porque quien aprende mientras sube aceptará las lecciones cuando baje. Es un martillo para nuestro orgullo.

Amigos, empiecen desde el principio.

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