Cuando se apaga la luz

Esta vez no hay plop, escribiré esto con el corazón, como siempre pero con una dosis extra de sinceridad. Mini plop.

Hace un par de años estuve tocando la guitarra en una reunión de jóvenes muy especial, sobretodo por la gente con la que estaba sirviendo y por ver a los chicos saltar, gritar, cantar y tomarnos fotos mientras tocábamos, fue algo mágico. Al terminar esa noche decidí quedarme un momento más recogiendo mis cables y mis cosas, ya no habían fotos, ni brincos, ni jóvenes, era un salón vacío y yo.

Sentía la electricidad en el lugar, fue una noche genial, pero al encontrarme solo ya no era Jimmy el rockstar ni la emulación ecuatoriana de Jimi Hendrix, era Jimmy el chico común y corriente que tiene que correr todas las mañanas para llegar a tiempo a trabajar, el que se enoja porque las cosas no suceden como él quiere. Mi guitarra no me sirve de mucho cuando me molesto en el tráfico y quiero gritar un par de bendiciones al tipo que maneja el auto frente a mi.

Desde ese día decidí que eso sería una práctica habitual en mi, quedarme en el escenario. Pasar de ser admirado a ignorado en cuestión de segundos es increíble, y me recuerda que no es a mi a quien vienen a ver, escuchar o leer. Si al mirarme no ves a Jesús, entonces estoy haciendo algo mal.

Mis amigos de josueunonueve.com están compartiendo mis publicaciones, y fue un motivo de alegría para mi ver como «6 consejos para enamorar a la persona de tu vida» se convertía en el primer hit nacido en este blog, al momento ha recibido más de 8000 visitas, pero, ¿de qué sirven tantos likes si no vivo lo que comparto contigo? Por eso, cuando se apaga la luz soy quien soy, sin poses ni sonrisas prefabricadas, queda únicamente el corazón y Dios, que debería ser lo que más nos importe cuidar.

Antes de ser famoso, se ejemplo. Antes de ser un genio, se ejemplo, y antes de escribir un blog, se ejemplo. El corazón es lo único que nos acompañará hasta el último día de nuestra vida, guardemos en él lo que realmente importa.

Sé un ejemplo para todos los creyentes en lo que dices, en la forma en que vives, en tu amor, tu fe y tu pureza.

-Pablo a Timoteo

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